Diettes ha colgado telas de seda desde el techo de recintos sagrados como Iglesias o lugares de oración. Están impresas con los rostros de mujeres abatidas por el dolor de la muerte violenta de sus seres queridos. Las imágenes en blanco y negro, intensifican el luto, la ausencia de color y de matices que implica la agonía de la desaparición. Son mujeres de ojos cerrados, ceño levemente fruncido y boca apretada. El sudario, esa tela destinada a envolver los cuerpos inertes, es usada en esta ocasión como una forma de arropar el sufrimiento de las mujeres dolientes vivas que buscan y claman justicia. En Colombia el dolor por la desaparición tiene rostro femenino: madres, esposas, hermanas e hijas sufren la prolongación del sufrimiento. Un dolor que se envuelve en sudarios que arropan el duelo, reclamando el esclarecimiento de la verdad.